Acércate un poco...
Por el tono y los temas que tratan, sus cuentos forman dos grupos esenciales: los lascivos y galanes, y los de terror y misterio.
Teatro: "La estilización, la desrealización, enaltecedora o degradante, es la clave de todo el arte de Valle-Inclán y también de su teatro" (Pedraza y Rodríguez 691).
Tres etapas: decadentismo-TEATRO POÉTICO O DECADENTISTA (hasta 1907): Cenizas, El marqués de Bradomín; transición-CICLO MÍTICO O GALAICO (hasta 1920); esperpentismo-CICLO DE LAS FARSAS (a partir de 1920): Luces de bohemia.
Influencias : Jesús Muruáis, D'Annunzio, Barbey d'Aurevilly,Eça de Queiroz; en su teatro influyeron Shakespeare y Lope de Vega.Tertulias con Benavente, Azorín, los Baroja, Maeztu, Martínez Sierra, etc.
Recursos: erotismo, la religión, la muerte, estilización de paisajes gallegos, etc.
"Aunque predominan los preciosismos y exquisiteces, encontramos también apuntes irónicos, escenas estremecedoras y macabras, animalizaciones...que se aproximan al expresionismo" (614).
"Desde el punto de vista técnico, Valle-Inclán evoluciona desde un impresionismo simbolista, a base de elementos sueltos e incompletos que sugieren el cuadro, a la descomposición cubista de la realidad al servicio de la caricatura" (615).
"Critics have often referred to a supposed link between the powerful novel El señor presidente (Mr. President) by the Guatemalan Miguel Angel Asturías and Valle-Inclán's The Tyrant" ( Smith148).
Obras consultadas:
"Ramón María del Valle-Inclán". Diccionario de literatura española e hispanoamericana. Ed. Ricardo Gullón. Pról. Fernando Lázaro Carreter. Vol.2. Madrid: Alianza diccionarios, 1993. 1675-78. Impreso.
"Ramón María del Valle-Inclán". Manual de literatura española VIII. Generación de fin de siglo: Introducción, líricos y dramaturgos. Eds. Felipe B. Pedraza, Milagros Rodríguez. Vol.8. 2a edición. Pamplona: Cénlit Ediciones, 2001. 603-763. Impreso.
Smith, Verity. Ramón del Valle-Inclán. Ed. Gerald Wade. Nueva York: Twayne Publishers. 148. Impreso. Twayne's world authors series. A Survey of the World's Literature.
EL AUTOR DE LAS ADMIRABLES SONATAS
CONCEDE INTERESANTE ENTREVISTA A EL HERALDO
Manuel Horta
Cuando el culto diplomático y poeta don Eduardo Colín escribió devota semblanza de don Ramón del Valle-Inclán, dijo en el párrafo inicial de su estudio: “Don Ramón Valle-Inclán, existe. Yo lo vi en su casa de Madrid, en este año de mil novecientos dieciocho….”.
Así ha estado en nuestra imaginación el genial novelista: como un lienzo patinado por los años, y envuelto en mil leyendas, unas veces con la arrogancia de un marqués en el destierro, que escribe sus memorias sentimentales y diabólicas; otras, entre el humo de las pipas del café bohemio, con su capa de grandes pliegues y sus quevedos desmesurados, poniendo en la penumbra dos chispas inquietantes y extrañas. Sus correrías por América, sus libros donde revienta la rosa de la pasión y del pecado, sus riñas en las callejas de Toledo, su donjuanismo, su abolengo, todo le llenaba de sugestiones raras, de velos increíbles, como un personaje de romance y de conseja.
Pues bien, cultísimo señor Colín, don Ramón María del Valle-Inclán y Montenegro existe. Yo estreché su mano larga y huesuda, yo charlé una hora con el autor de las admirables Sonatas, y contemplé su rostro magro y pálido como el de un personaje pintado por el Greco en el “Entierro del Duque de Orgaz”.
Y su palabra reposada y paternal tenía las mismas inflexiones y musicalidad de su prosa, y en su lenguaje asomaban los viejos decires y la galantería de antaño, y todo él era como una prolongación de su obra única.
“Es preferible -dice Valle-Inclán – conocer a los escritores a través de sus obras y a larga distancia. El tiempo y la distancia son análogos. En España se discute mi labor, y en América se admite sin reservas. Por eso, la sabia labor del tiempo que depura y hace las valorizaciones definitivas, está compensada con la distancia tan grande entre las dos naciones. Nadie conoce el círculo, sin estar fuera de él. Quién está dentro del círculo, jamás podrá describirlo.”
Don Ramón María del Valle-Inclán, Marqués de Bradomín, no espera la pregunta necia, ni el interrogatorio insulso. Prodiga su enseñanza y su bonhomía, como un gran señor que repartiera monedas de oro en los años del Renacimiento. En sus frases hay temblor de piedras preciosas, y la ironía asoma en veces como finísimas dagas florentinas.
Nos habla de su Hernán Cortés, con un deslumbramiento de sabiduría, y dice que piensa escribir una obra sobre la Conquista de América, pero sin esclavizarla a l historia conocida. ¡Que para eso, no habría más que leer a Bernal Díaz! Una obra, asegura el maestro sintetizada en la acción de cuatro o cinco personajes encabezados por el Gran Capitán don Hernando Cortés. Así como se escribió la historia más admirable del Renacimiento con los hechos del Aretino, de Maquiavelo, de Savonarola y de los Borgia. Todo esto entre los rosales de la fantasía, entre los perfumes amables de la belleza.
Quiere también don Ramón del Valle-Inclán ofrecer unas pláticas a la juventud intelectual de México, para otorgarle el tesoro de treinta años de experiencia en la carrera de las letras; lo que él llama “el enigma del matiz”. Y después, suavemente, ante la atención absorta, Valle-Inclán nos explica cómo escribió la “Sonata de primavera”, la más concibieron al Don Juan, frente a los tres reactivos: la mujer, el amor y la muerte. Yo puse a don Juan frente a la mujer, la muerte y el paisaje, complemento perfecto. Por lo mismo, al escribir Hernán Cortés, haré la relación entre el hombre y el paisaje. ¿No se explica usted la emoción de estos hombres de hierro, bajo este sol de trópico, frente a las montañas nevadas, el agua tumultuosa, los frutos jugosos, la carne morena….?
Nos elogia después la obra de Azorín, de Pío Baroja, de Miguel de Unamuno, y condena los libros de Blasco Ibañez, a quien en su tierra natal se ha hecho recibimiento muy frío.
-¿Ha leído usted mucho a D´Annunzio?- interroga un visitante.
-Admiro en D´Annunzio al poeta y en algunas ocasiones, sólo en algunas, al dramaturgo. Las novelas de Gabriel D´Annunzio son demasiado dulzonas. Les falta ironía; fatigan, están ciertamente alejadas del temblor humano.
Son las doce. El gran don Ramón María del Valle-Inclán nos invita a dar un paseo en su automóvil bajo las frondas venerables de Chapultepec. Y el viejo de las barbas de chivo –como dijera Darío- se siente dichoso al recibir sobre la frente el aire inocente de la mañana.
-¿Qué impresión tiene usted del señor Presidente de la República? -Me parece un hombre con grandes cualidades para gobernar un pueblo. Sereno, discreto, y con un criterio muy justo para aquilatar valores y compensarlos. Su política tiene muchas de las características de Briand. Cordial, reservado, inteligente…
En los labios pálidos de Valle-Inclán asoma una sonrisa irónica… Acaricia su barba lacia y gris, después responde con estas palabras:
-Bástele a usted saber, amigo mío, que di al fuego la primera edición de mis obras… Se vendieron unos cuantos ejemplares… Ahora produce un poco, pero no lo suficiente para llenar las modestas necesidades de un mayorazgo… Cultivo mis viñedos, y hago vida feliz en mis tierras de Santiago de Compostela... Adoro a mis hijos. Al hombrecillo, fuerte, audaz y salvaje que será un hombre de acción. Las primeras palabras que pronunció fueron: “Para mí”. “Es mío”, y “Yo soy”….
-¿Tiene usted recuerdos de su vida en México?
-Muy claros, muy precisos. Mi memoria no flaquea. Recuerdo a Munguía, que siendo director de El Universal, me dio trabajo en esa redacción… y al general Sóstenes Rocha, con quien departí muchas veces en callejas y sitios de toda especie…
Después, el gran escritor español me señala los edificios virreinales, me habla de las calles más apartadas, donde existen reliquias del México Colonial, de su juventud, de su viaje a Veracruz, de sus apuntes en Yucatán para escribir más tarde “La Sonata de Otoño”, con su admirable Niña Chole….
-¿Qué desearía usted ser ahora?
-General mexicano - responde Valle-Inclán con un brillo insólito en sus ojos tristes….
Pasamos frente al Palacio de los Azulejos y el autor de Romance de lobos elogia cálidamente la fachada rica en color y arquitectura….
Dejé al galante, feo y sentimental Marqués de Bradomín, en su hotel de la Avenida Juárez… Espero encontrarle pronto a la media noche, en esos rincones perdidos de la Ciudad, por los que pasea aún el fantasma de algún hidalgo rezandero y sacrílego… Si hubiera convento de monjas, estoy seguro que el genial novelista nos legaría una nueva historia de amor y de pendencias…
Don Ramón María del Valle-Inclán existe, y la sonrisa –“flor de su figura”- tiene la misma arruga escéptica y tristona de aquel gran señor de Bradomín, que, ya muy viejo, escribió sus memorias en el destierro…
El Heraldo de México, 20 de septiembre de 1921
Obra consultada:
Schneider, Luis Mario. Todo Valle-Inclán en México. México: UNAM, 1992.78-79. Impreso.
Teatro: "La estilización, la desrealización, enaltecedora o degradante, es la clave de todo el arte de Valle-Inclán y también de su teatro" (Pedraza y Rodríguez 691).
Tres etapas: decadentismo-TEATRO POÉTICO O DECADENTISTA (hasta 1907): Cenizas, El marqués de Bradomín; transición-CICLO MÍTICO O GALAICO (hasta 1920); esperpentismo-CICLO DE LAS FARSAS (a partir de 1920): Luces de bohemia.
Influencias : Jesús Muruáis, D'Annunzio, Barbey d'Aurevilly,Eça de Queiroz; en su teatro influyeron Shakespeare y Lope de Vega.Tertulias con Benavente, Azorín, los Baroja, Maeztu, Martínez Sierra, etc.
Recursos: erotismo, la religión, la muerte, estilización de paisajes gallegos, etc.
"Aunque predominan los preciosismos y exquisiteces, encontramos también apuntes irónicos, escenas estremecedoras y macabras, animalizaciones...que se aproximan al expresionismo" (614).
"Desde el punto de vista técnico, Valle-Inclán evoluciona desde un impresionismo simbolista, a base de elementos sueltos e incompletos que sugieren el cuadro, a la descomposición cubista de la realidad al servicio de la caricatura" (615).
"Critics have often referred to a supposed link between the powerful novel El señor presidente (Mr. President) by the Guatemalan Miguel Angel Asturías and Valle-Inclán's The Tyrant" ( Smith148).
Obras consultadas:
"Ramón María del Valle-Inclán". Diccionario de literatura española e hispanoamericana. Ed. Ricardo Gullón. Pról. Fernando Lázaro Carreter. Vol.2. Madrid: Alianza diccionarios, 1993. 1675-78. Impreso.
"Ramón María del Valle-Inclán". Manual de literatura española VIII. Generación de fin de siglo: Introducción, líricos y dramaturgos. Eds. Felipe B. Pedraza, Milagros Rodríguez. Vol.8. 2a edición. Pamplona: Cénlit Ediciones, 2001. 603-763. Impreso.
Smith, Verity. Ramón del Valle-Inclán. Ed. Gerald Wade. Nueva York: Twayne Publishers. 148. Impreso. Twayne's world authors series. A Survey of the World's Literature.
EL AUTOR DE LAS ADMIRABLES SONATAS
CONCEDE INTERESANTE ENTREVISTA A EL HERALDO
Manuel Horta
Cuando el culto diplomático y poeta don Eduardo Colín escribió devota semblanza de don Ramón del Valle-Inclán, dijo en el párrafo inicial de su estudio: “Don Ramón Valle-Inclán, existe. Yo lo vi en su casa de Madrid, en este año de mil novecientos dieciocho….”.
Así ha estado en nuestra imaginación el genial novelista: como un lienzo patinado por los años, y envuelto en mil leyendas, unas veces con la arrogancia de un marqués en el destierro, que escribe sus memorias sentimentales y diabólicas; otras, entre el humo de las pipas del café bohemio, con su capa de grandes pliegues y sus quevedos desmesurados, poniendo en la penumbra dos chispas inquietantes y extrañas. Sus correrías por América, sus libros donde revienta la rosa de la pasión y del pecado, sus riñas en las callejas de Toledo, su donjuanismo, su abolengo, todo le llenaba de sugestiones raras, de velos increíbles, como un personaje de romance y de conseja.
Pues bien, cultísimo señor Colín, don Ramón María del Valle-Inclán y Montenegro existe. Yo estreché su mano larga y huesuda, yo charlé una hora con el autor de las admirables Sonatas, y contemplé su rostro magro y pálido como el de un personaje pintado por el Greco en el “Entierro del Duque de Orgaz”.
Y su palabra reposada y paternal tenía las mismas inflexiones y musicalidad de su prosa, y en su lenguaje asomaban los viejos decires y la galantería de antaño, y todo él era como una prolongación de su obra única.
“Es preferible -dice Valle-Inclán – conocer a los escritores a través de sus obras y a larga distancia. El tiempo y la distancia son análogos. En España se discute mi labor, y en América se admite sin reservas. Por eso, la sabia labor del tiempo que depura y hace las valorizaciones definitivas, está compensada con la distancia tan grande entre las dos naciones. Nadie conoce el círculo, sin estar fuera de él. Quién está dentro del círculo, jamás podrá describirlo.”
Don Ramón María del Valle-Inclán, Marqués de Bradomín, no espera la pregunta necia, ni el interrogatorio insulso. Prodiga su enseñanza y su bonhomía, como un gran señor que repartiera monedas de oro en los años del Renacimiento. En sus frases hay temblor de piedras preciosas, y la ironía asoma en veces como finísimas dagas florentinas.
Nos habla de su Hernán Cortés, con un deslumbramiento de sabiduría, y dice que piensa escribir una obra sobre la Conquista de América, pero sin esclavizarla a l historia conocida. ¡Que para eso, no habría más que leer a Bernal Díaz! Una obra, asegura el maestro sintetizada en la acción de cuatro o cinco personajes encabezados por el Gran Capitán don Hernando Cortés. Así como se escribió la historia más admirable del Renacimiento con los hechos del Aretino, de Maquiavelo, de Savonarola y de los Borgia. Todo esto entre los rosales de la fantasía, entre los perfumes amables de la belleza.
Quiere también don Ramón del Valle-Inclán ofrecer unas pláticas a la juventud intelectual de México, para otorgarle el tesoro de treinta años de experiencia en la carrera de las letras; lo que él llama “el enigma del matiz”. Y después, suavemente, ante la atención absorta, Valle-Inclán nos explica cómo escribió la “Sonata de primavera”, la más concibieron al Don Juan, frente a los tres reactivos: la mujer, el amor y la muerte. Yo puse a don Juan frente a la mujer, la muerte y el paisaje, complemento perfecto. Por lo mismo, al escribir Hernán Cortés, haré la relación entre el hombre y el paisaje. ¿No se explica usted la emoción de estos hombres de hierro, bajo este sol de trópico, frente a las montañas nevadas, el agua tumultuosa, los frutos jugosos, la carne morena….?
Nos elogia después la obra de Azorín, de Pío Baroja, de Miguel de Unamuno, y condena los libros de Blasco Ibañez, a quien en su tierra natal se ha hecho recibimiento muy frío.
-¿Ha leído usted mucho a D´Annunzio?- interroga un visitante.
-Admiro en D´Annunzio al poeta y en algunas ocasiones, sólo en algunas, al dramaturgo. Las novelas de Gabriel D´Annunzio son demasiado dulzonas. Les falta ironía; fatigan, están ciertamente alejadas del temblor humano.
Son las doce. El gran don Ramón María del Valle-Inclán nos invita a dar un paseo en su automóvil bajo las frondas venerables de Chapultepec. Y el viejo de las barbas de chivo –como dijera Darío- se siente dichoso al recibir sobre la frente el aire inocente de la mañana.
-¿Qué impresión tiene usted del señor Presidente de la República? -Me parece un hombre con grandes cualidades para gobernar un pueblo. Sereno, discreto, y con un criterio muy justo para aquilatar valores y compensarlos. Su política tiene muchas de las características de Briand. Cordial, reservado, inteligente…
En los labios pálidos de Valle-Inclán asoma una sonrisa irónica… Acaricia su barba lacia y gris, después responde con estas palabras:
-Bástele a usted saber, amigo mío, que di al fuego la primera edición de mis obras… Se vendieron unos cuantos ejemplares… Ahora produce un poco, pero no lo suficiente para llenar las modestas necesidades de un mayorazgo… Cultivo mis viñedos, y hago vida feliz en mis tierras de Santiago de Compostela... Adoro a mis hijos. Al hombrecillo, fuerte, audaz y salvaje que será un hombre de acción. Las primeras palabras que pronunció fueron: “Para mí”. “Es mío”, y “Yo soy”….
-¿Tiene usted recuerdos de su vida en México?
-Muy claros, muy precisos. Mi memoria no flaquea. Recuerdo a Munguía, que siendo director de El Universal, me dio trabajo en esa redacción… y al general Sóstenes Rocha, con quien departí muchas veces en callejas y sitios de toda especie…
Después, el gran escritor español me señala los edificios virreinales, me habla de las calles más apartadas, donde existen reliquias del México Colonial, de su juventud, de su viaje a Veracruz, de sus apuntes en Yucatán para escribir más tarde “La Sonata de Otoño”, con su admirable Niña Chole….
-¿Qué desearía usted ser ahora?
-General mexicano - responde Valle-Inclán con un brillo insólito en sus ojos tristes….
Pasamos frente al Palacio de los Azulejos y el autor de Romance de lobos elogia cálidamente la fachada rica en color y arquitectura….
Dejé al galante, feo y sentimental Marqués de Bradomín, en su hotel de la Avenida Juárez… Espero encontrarle pronto a la media noche, en esos rincones perdidos de la Ciudad, por los que pasea aún el fantasma de algún hidalgo rezandero y sacrílego… Si hubiera convento de monjas, estoy seguro que el genial novelista nos legaría una nueva historia de amor y de pendencias…
Don Ramón María del Valle-Inclán existe, y la sonrisa –“flor de su figura”- tiene la misma arruga escéptica y tristona de aquel gran señor de Bradomín, que, ya muy viejo, escribió sus memorias en el destierro…
El Heraldo de México, 20 de septiembre de 1921
Obra consultada:
Schneider, Luis Mario. Todo Valle-Inclán en México. México: UNAM, 1992.78-79. Impreso.